En junio de 2010, en la primera ronda del campeonato de Winbledon, Jhon Isner y Nicolas Mahut disputaron el que se conoce como el partido más largo de la historia del tenis: 11 horas, 5 minutos y 23 segundos. La victoria fue para el estadounidense Isner. Garry Kasparov disputó en 1999 una partida de ajedrez de 4 meses de duración, contra 50.000 aficionados de 75 países. La victoria fue para Kasparov.
Es fácil darnos cuenta del inmenso esfuerzo que supuso el partido de Winbledon, y sabemos que los deportistas de élite deben tener una alimentación especial para conseguirlo. ¿Y en el caso de Kasparov? ¿Vemos con la misma claridad la importancia de la alimentación en su logro? ¿Qué tipo de alimentación sería la adecuada para un jugador de ajedrez de élite?
La relación entre la alimentación y el rendimiento físico y mental está fuera de toda duda, como expresan la OMS y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pensemos en nuestro día a día: madrugones, estrés, quizás largos desplazamientos al trabajo, muchas horas ante el ordenador… Nuestras capacidades de razonamiento, memoria, atención y concentración, toma de decisiones y solución de problemas están limitadas biológicamente y por tanto requieren una alimentación adaptada al esfuerzo mental que requieren. La OIT nos dice que “la alimentación es el combustible de la productividad” y señala que la alimentación adecuada significaría un aumento del 20% de la productividad en cualquier trabajo.
Cuando sentimos cansancio, irritabilidad, desinterés, o ansiedad solemos “echar la culpa” al estrés y al ritmo frenético de la vida, sin embargo, tendríamos que formularnos una pregunta más sencilla: ¿Nos hemos alimentado hoy correctamente? Tenemos que aprender a armonizar nuestro consumo alimentario / vida profesional. No olvidemos que trabajamos durante la mitad del tiempo que estamos despiertos y durante 10.000 días de nuestra vida, la alimentación tiene un papel clave en nuestro bienestar y productividad.
Comenzamos la jornada con un pequeño rendimiento
Gradualmente va subiendo y en 1 hora estamos en nuestro máximo
Sigue una etapa estable de máximo rendimiento entre 2-3 horas
A partir de aquí comienza a declinar gradualmente y de forma mucho más pausada, hasta el final de la jornada
Podemos alargar el rendimiento para llegar a otra meseta estable pero menos acusada con descansos estratégicos
Los descansos y la alimentación son claves para nuestra productividad, pero no hablemos solo de productividad, se trata de una relación ganar-ganar, en la que conseguimos rendir más y conseguimos bienestar: todas nuestras capacidades estarán a punto y ganaremos salud.
Sin embargo, entre los errores de salud que más cometemos figuran desayunar inadecuadamente, comer poco en la primera parte del día, sustituir la comida por un tentempié, y café, bastante café cuando sentimos que se nos acaban las fuerzas… estamos infra alimentados durante la mayor parte de la jornada.
¿Cuál es el órgano del cuerpo presente en cualquier trabajo? EL CEREBRO, con el tamaño de un coco y una masa de entre 1-1,5 kilos consume el 20% de la energía del organismo, nada más y nada menos. ¿Por qué tanta? Piensa que un milímetro cuadrado hay 1000 millones de neuronas, cada una de ellas capaz de realizar 10.000 conexiones, su estructura es cambiante, desaparecen unas conexiones para que otras aparezcan, y todo esto sucede mientras reflexionamos, prestamos atención, nos concentramos, solucionamos, memorizamos, hablamos, tomamos decisiones… todo este trabajo se realiza a través de los neurotransmisores, encargados de mandar mensajes de una neurona a otra.
El cerebro necesita principalmente glucosa, además de ácidos grasos esenciales y proteínas, pero no es capaz de fabricarlo, ni tampoco almacenarlo, debemos aportársela con la alimentación, con lo que comemos.
Además, tan importante es el QUÉ comemos, como el CUÁNDO lo comemos y CÓMO.
